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domingo, 8 de mayo de 2011

ENTRADA 7: EL SENDERO DE LA CITA

LA CRUZ REEMPLAZA A LA SERPIENTE


Ni el médico, ni el enfermo deben de depositar
 sus esperanzas en los remedios curativos, sino en Dios,
que ha dado a todos salud y su remedio.


Después de la caída del imperio romano en el año 476 antes de Cristo, la antigua Bizancio, hoy Constantinopla, se convirtió en la “nueva roma”; su ubicación geográfica, (en la unión de Europa y Asia), permitía la unión de los conocimientos de oriente y de occidente.

Pero después de que esta ciudad, se convirtiera al cristianismo, la Medicina inició su nuevo desarrollo a la sombra de la Iglesia, ahora no era la adoración a Esculapio como dios de la medicina, sino a Cristo, como supremo sanador de almas y cuerpos.

"Monjes infectados por alguna enfermedad exantemática
 son bendecidos por un sacerdote. Ilustración de letra
C  capital del manuscrito inglés del siglo XIII
Omne Bonum de James le Palmer." [1]
Partiendo de las virtudes teologales del Cristianismo, el avance de la medicina en la edad media, se caracterizó por la creación de hospitales, leproserías y hospicios para la atención de los enfermos. Siendo los monjes, los principales dueños de todo el conocimiento dejado en los libros griegos, al cual la población en general no tenía ninguna clase de acceso.

De igual manera, Galeno, fue la única autoridad médica aceptada en la época, ya que siempre hablaba de un Dios único. Lo cual basó a la medicina en el mantenimiento de la salud a través del control de la dieta y de la higiene. Y una vez más los conocimientos anatómicos y quirúrgicos quedaron limitados por la concepción del cuerpo que se tenía en esta época.

Aunque teocéntrica, la medicina de la edad media no dejo a un lado la dinámica entre ciencia y misticismo, el carácter espiritual que también tenían las civilizaciones anteriores de carácter politeísta, factores como el destino, el pecado, y la astrología influían sobre las manifestaciones físicas del cuerpo.


Si nos enfermásemos en la Edad Media

Haciendo un viaje en el tiempo, y llegando a la edad media, para ser atendidos tendríamos tres posibles destinos, todo dependía del especialista que nos atendiese:

En primer lugar estaba el doctor, que en contraste con la actualidad, seria el peor de nuestros destinos, ya que éstos se basaban en las teorías relacionadas a “sobrantes de cuerpo” que llevaban a amputaciones en su mayoría innecesarias que, la mayoría de las veces, terminaban con la muerte del paciente.

"Un grupo de pacientes muestra su orina
a Constantino el Africano."[2]


La segunda posibilidad estaría en ser atendidos por un monje, lo cual no implicaría una atención como tal, todo consistía en esperar a que el propio cuerpo se salvara, mientras cuidaban de nosotros con comida y reposo.

Por último se encontraban los herboristas, éstos, llamativamente, eran lo mejor que podría tocarnos. Basados en los conocimientos empíricos dejados por los griegos y romanos de las plantas y los animales, se dedicaban a realizar “pócimas” que, algunas veces, lograban recuperarnos. El problema radicaba en que este tipo de curación era considerada hechicería, y acudir a ella, podía constituir un acto de herejía, ya que la utilización de hierbas o cualquier otro método, era considerado una interposición entre los designios divinos y la curación otorgada por el diablo.  

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Bibliografía 

SOUBIRAN Andre y DE KEARNEY Jean. Le Journal de la Medicine: Editorial Ranco; París, 1982. p 69

[1] Imagen tomada de: Wikipedia la enciclopedia Libre, Archivo:Plague victims blessed by priest.jpg [en línea] http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Plague_victims_blessed_by_priest.jpg [descargada el 08 de mayo de 2011]


[2] Imagen tomada de: Wikipedia la enciclopedia Libre, Archivo:Konstantinderafrikaner.jpg [en línea] http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Konstantinderafrikaner.jpg [descargada el 08 de mayo de 2011]


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GUÍA DE LA REALIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD



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